1/7/06

Vive

La vida... esa extraña experiencia, una aventura irrepetible, más que nada porque no vas a tener una vida después de la que ahora mismo sientes... otra cosa es que puedas llevar dos vidas al mismo tiempo. Yo soy una de esas personas que ha vivido. No es que haya respirado, que mi corazón haya latido y haya nacido, comido, bebido, crecido, follado, criado una familia, comprado una casa y muerto, sino que he Vivido, con mayúsculas. He sentido en mi interior crecer una cosa extraña, un sentimiento que nunca había sentido en otra parte del mundo, y que no creo que se pueda tener sin una maldita beca de estudios. La Ruta Quetzal, la aventura dentro de la aventura de la vida, el vuelo de un pájaro que si se encierra muere, el ansia de libertad espiritual, de sentir que en tu corazón ya no hay más fronteras que las del propio Universo.

Levantarse cada día al ritmo de "Lirolí, lirolá, qué bonito despertar y decir con alegría: Buenos días tía María. Hoy, el día que todos estábais esperando. La gran aventura de la Ruta Quetzal comienza. Las ardillas del bosque han salido para saludaros, los pingüinos de Guatemala levantan sus alas blancas dándoos los buenos días, y el pájaro Yiyuyiyu ha emitido su canto, que la organización de Ruta Quetzal ha conseguido grabar para vosotros: [SIRENA]. Pares a la ducha refrescante y estimulante a 28 grados, impares al desayuno. Hoy tenemos buffet libre con churros con chocolate, pastelitos de nata y tartas de manzana. Todo el mundo arriba, es la hora de despertar.", no tiene precio.

Son tantas emociones juntas que no se por dónde empezar. Por el aplauso cuando pisamos tierra guatemalteca. Por las lágrimas ante la impotencia al ver la pobreza de Chichicastenango. Por el sudor que exhalaba nuestra piel en la subida al Volcán Pacaya. Por las picaduras de mosquito en Tikal. Por las luciérnagas de Yaxhá. Por los "arrecifes de coral" en Belice. Por la fiebre impasible en la Laguna de Bacalar. Por el amanecer en Punta Solyman. Por la emoción de ver esa ciudad que me enamoró, Madrid, pequeña gigante. Por los niños jugando en Medinaceli. Por los monasterios solitarios en Tudela. Por las canciones célticas en mitad del valle del Roncal. Por las manos que me levantaron en la Mesa de los Tres Reyes. Por Pamplona, reina de las fiestas de pañuelos rojos. Por Burgos y Pucela, reinas de Castilla. Por el calor aplastante en Segovia, y por el calor que me invadía lo de debajo del ombligo cuando cogí ese teléfono. Por el último tiempo libre en Toledo. Por la llegada a Boadilla, y por la despedida más triste de mi vida. Porque ese día se lloraron ríos. Por vosotros. Por vosotros. Por la Ruta Quetzal. Por PePeLaLo. Por Carmenelenadepanamá. Por Eli Dimitri de Haití que agradece a Miguel de la Quadra-Salcedo su apoyo a esta experiencia. Porque me da la gana. Por vosotros, y de nuevo por vosotros. Porque sois las personas que habéis cambiado mi forma de ver el mundo.

Muchas gracias. Nos vemos en un par de años, en tierra de los ticos. Hasta entonces, recordad siempre.... ENJOY THE RIDE!

Originalmente publicado en http://memoriasdeunquetzal.bitacoras.com .


Calle Cortada - Volver
http://www.youtube.com/watch?v=EqhCNx7CrLc


Una ilusión en un sobre cerrado en Correos,
las horas muertas mirando al mismo lugar.
Llega la hora y busco en la lista infinita,
veo mi nombre y sólo puedo gritar.

El viaje empieza, carguemos ya nuestras mochilas.
Abre la jaula y deja tus sueños volar.
Mira a lo lejos las verdes montañas perdidas,
siente en tu alma el aroma de la libertad.

Coger las piquetas de la tienda de al lado.
Pares a la ducha, impares a comer.
Mirar las estrellas tirado en la arena.
Duchas a manguerazos que descubren tu piel.

Ver un amanecer que calienta mis manos
con un montón de recuerdos que no olvidaré.
Las aventuras que hubo al otro lado del charco,
un mágico paraíso del que me enamoré...

Quiero volver al lugar que cambió mi manera de hablar,
de cantar, de reír, de saltar, de llorar, de volar, de escribir y de amar,
de pensar, de sentir, de ladrar o maullar, allí donde nació la amistad,
bajo el vuelo del quetzal, oír su canto una vez más.