18/9/06

No somos sino actores

(Un ventilador filtra los rayos de luz solar que entran en la habitación. Da vueltas. Gris hormigón a doquier, el techo es gris también, gris acero. Una mesa de madera, no una mesa de despacho, una mesa de esas rectangulares de toda la vida. Sobre ella, agua en dos vasos. No hay sillas. No se necesitan sillas cuando has comido en el suelo. El cemento está gélido, arrodillarse ante la mesa que yace ante nosotros será la mejor opción).

ADRIÁN: No vaya a ser que se cabree.
JAEYA: Su ira podría ser lo último que veamos. Pero tranquilo, viviríamos el tiempo suficiente para sentir sin ojos cómo devora nuestras entrañas.
ADRIÁN: Antropofagia bendita...
JAEYA: En el seno de Dios aguarde.
ADRIÁN: ¡Qué bonito! No sabía que fueras cristiano. ¿Te remuerde la conciencia por beberte el agua bendita?
JAEYA: Nunca me convertiré, sabes que seguiré mis creencias hasta que llegue el momento adecuado.
ADRIÁN: Eso es normal, después de muerto no tendrás tiempo de arrepentirte. Al menos no de eso.

JAEYA: Quizá halle la libertad tanto tiempo ansiada. Pero para eso no requiero ningún Dios de paja y carbón.
ADRIÁN: Es verdad, sólo necesitas amarte como a tu prójimo. Un dilema para ti, que eres un asesino. ¿A quién clavarás primero ese puñal?
JAEYA: Si no se lo clavase primero al Hombre de los Caracoles, no sería un asesino. Insinúas una mínima posibilidad de cambiar mi destino en tus palabras, un mero gesto de improvisación...
ADRIÁN: No me malentiendas. Sigo siendo tan pesimista como siempre. Carnicero naciste, carnicero morirás. Cuánta carne cortes, ni siquiera éso es predecible.

JAEYA: ¿Y qué más da? Jamás sabré cuánta será. Demasiadas cosas que no sabré nunca...
ADRIÁN: Bueno. Es relativo. Todo depende de lo que quieras.
JAEYA: Claro. Es como cuando te tiras un pedo y huele mal.
ADRIÁN: Sí, su padre decía que vivía a lo loco.
JAEYA: Y ahora somos amigos...
[...]
ADRIÁN: ¡Jippi kay jey, hijo de puta!

(El Hombre de los Caracoles entra. Los gemelos Alimaña se miran. ¿Un trío, a estas alturas de la vida? Mejor un monólogo. Eres experto en eso).

HOMBRE DE LOS CARACOLES: Lo sabéis. Un diálogo no acaba. Al menos, no acaba aquí. Simplemente... se le ponen puntos suspensivos. Las palabras al aire saben mucho mejor. Decía vuestra extraña en un tren que el mundo es como un gran teatro, y los hombres y las mujeres no son sino actores. Lo sabéis (cacofonía al canto). Nos ha tocado el papel de enamorados. ¿Cambio de roles? Esta obra no se pospone. No me da la gana. Apaguen las luces, abran el telón, rompan filas.

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Originalmente publicado en http://memoriasdeunquetzal.bitacoras.com .


Nena Daconte - En qué estrella estará
http://www.youtube.com/watch?v=qZ1H-e8Z-LY


He creado un ángel verde y gris,
que se pasea de noche, no lo puedo ver.
Está donde la luz que dicen que hay,
donde terminan los sueños de la realidad,
donde se escapan los niños si no quieres más,
donde se ahogan los gritos de mi mitad.

He creado un ángel verde y gris,
a veces le hablo bajito, por si está.
Le busco por la calle del caminar.
A veces le echo de menos si tú no estás,
a veces tengo que hacer de tripas corazón,
a veces tengo que huir, porque no puedo más.

En qué estrella estará, para cuidar de él.
Me pasaré la vida sin dormir.
En qué estrella estará, mi dulce corazón,
porque me roba la vida y la razón.
Dime quién vendrá a ocupar su lugar,
por qué mis sueños se rompen de golpe.

Quiero irme con él

11/9/06

Noches de conciertos en un bar

Mira adonde quieras. Da igual la dirección, en todos sitios somos iguales: gente que lucha por satisfacer sus necesidades bioquímicas de una manera medianamente inteligente y productiva. El concierto está comenzando, pero el público no ha hecho más que entrar por esa puerta de cristal y acero. El alcohol no ha empezado a fluir por las venas de los aparecidos, y eso es bueno. Es más difícil averiguar los miedos y ansias de quienes no mienten.

¿Qué tal empezar con No jonjou na kanjou? En efecto, alguien del público sustituye su máscara de la normalidad por una cinta de espiral que le oculta el rostro, pero que descubre su verdadera personalidad. Rubén teme al Acorazado Pirexiano.

El guitarrista siguió tocando los primeros acordes de Territorial pissings, sólo para que el cocainómano de turno pudiera seguir bailando, fingiéndose a sí mismo que seguía vivo. Al fondo su mujer; su esposa(da), mejor dicho. Moratones a lo largo y ancho de su alma. Ya sabes lo que pienso del sentido de la vida, pero cuando los bajones son caídas de Mimamamemimas, es difícil seguir adelante. Misterios de la composición de movimientos de fregona y mopa. Gloria lo teme todo. Javi lo teme todo. La rubia no es quién para temer.

Las odiseas me llevan a sitios que nadie comprende. Chalés amurallados o bosquecillos perdidos, o incluso prisiones de tela rojiza. O bares de luz difusa. De fondo, Labios compartidos. Dos, cuatro, seis; y los dos míos, hacen ocho. Pequeño bultito escondido, ¿dónde andarás? ¿Escondido entre sus miedos, quizá? Elena teme lo que está escrito, porque sabe que los papeles se los lleva el viento.

Las luces se apagan, y la Orquesta Nacional de Xibalbá nos deleita con una bonita versión de These boots are made for walking. A caminar sobre las cabezas de los niños malditos. Infancia protegida con las tripas de los niños adultos... En este mundo deberían prohibir la entrada a menores. Son las dudas que se le presentan a uno en el limbo de la madurez. Kiko teme a los niños. Yo también.

Las horas de insomnio jamás prescriben. A los ojos de la cara le salen ojeras; a los ojos de la tierra le salen gatos y culebras. Night call... Como dirían otras personas, las cosas claras y el chocolate espeso. Hay que cerrar la taberna, ¡todo el mundo afuera! Allí sólo permaneció un chico bailando, gritando esas cosas que a mí me llegaban a lo más hondo de mi estómago. Y tú... ¿tú qué temes?

Originalmente publicado en http://memoriasdeunquetzal.bitacoras.com .


Café Quijano - La taberna del Buda
http://www.youtube.com/watch?v=rFUNqo558Q4

Es un local de mala muerte
donde se juntan cada noche los de siempre.
Se escriben guiones, novelas negras,
se escriben páginas de trucos y maneras.

Se abre la puerta, se hace la niebla,
entre los humos y perfumes alguien entra.
Unos se miran, otros preguntan
quién es el tipo que parece el mismo Buda.

En una esquina un presidiario,
justo en la barra, enfrente, hay un notario;
un separado con una viuda
hace pareja con la amiga de la viuda.

Un matrimonio bien avenido,
a sólo un metro la querida del marido;
él bien tranquilo, disimulando,
ella pendiente porque ha visto un viejo amigo.

Hay tres banqueros, van con corbata,
están casados, los anillos bien guardados.
Tres italianas no se recatan,
se echan a suertes a los tres de las corbatas.

Y hay un decano también,
y un abogado también,
y un policía rodeado de ladrones,
y una princesa, y una portuguesa,
que en nada quedan si se quitan los tacones.